Tejiendo una red para prevenir

La OMS declaró que cerca de 800 000 personas se suicidan cada año, lo que significa que mientras usted lee este artículo (sucede aproximadamente cada 40 segundos) dos personas en algún lugar del mundo se habrán quitado la vida.
En Europa estas cifras registran una medida superior a la media mundial, señalando entre los datos más preocupantes, una alta tasa de suicidio entre los jóvenes de 15 a 29 años de edad. A esto hay que añadir que, según la mayoría de expertos, el contexto psicosocial de la migración puede ahondar aún más el riesgo de suicidio, especialmente cuando existe aislamiento, soledad, discriminación, frustración por aculturización o incoherencia entre los valores culturales familiares y el país de acogida.
Evidentemente para comprender el alcance de esta realidad tenemos que aterrizar la frialdad de los números y las teorías en rostros con nombre y apellido; en personas con historias de vida semejantes a las nuestras. Personas con familia, amigos, con sueños, esperanzas, amores y temores. Personas con una historia biográfica única e irrepetible escrita en la cotidianidad, entre lo sencillo y lo complejo de la vida.
Hace casi medio año, una de estas historias ocurrió entre la comunidad hispano parlante del cantón de Zürich. Uno de nuestros jóvenes a sus 17 años decidió poner fin a su vida.
A pocas horas de este triste suceso, la comunidad hispana en Zürich se sacudía con la noticia. Llamadas telefónicas, conversaciones entre vecinos, amigos y conocidos actualizaban la crudeza del suicidio en esa conjunción propia de los momentos duros de la vida cuando el dolor impulsa a la reflexión y a la necesidad de cuidar a los nuestros y cuidarnos.
La Misión católica como era de esperar, fue el escenario de varias reuniones en las que se decidió, como primer paso, ofrecer una celebración eucarística bajo la idea central de unirnos por la vida. En aquella celebración, el padre del joven compartió con enorme generosidad su dolorosa experiencia y pidió a toda la comunidad estar atenta a esta dura realidad -No piensen que nunca podría pasarles a sus hijos, dedíquenles tiempo por favor- señaló.
Alrededor de sus palabras muchas preguntas quedaron resonando y surgieron ciertas respuestas. El consulado de la República Dominicana, el periódico “Chévere”, el Teléfono de la Esperanza y la Misión católica de lengua española decidieron unir esfuerzos. De este modo inició el proyecto ¡Cuenta conmigo!, cuyo objetivo básico fue divulgar la necesidad de afinar el espíritu solidario y comunitario.
Luego de varias reuniones, decidimos ofrecer un ciclo de cursos de capacitación en habilidades de acompañamiento emocional inmediato; de modo que las personas conozcan, identifiquen y sepan actuar en una primera instancia en caso de tener familiares, amigos y conocidos en situación vulnerable. El eje central de la capacitación fue al mismo tiempo adentrarnos en la migración y la necesidad de crear redes de apoyo comunitario que amplien su propio tejido desde el aporte de cada persona.
Durante cinco meses en las instalaciones de la MCLE, alrededor de 50 personas fueron capacitadas en: acompañamiento, familia y pareja, educación en valores, duelo migratorio y resiliencia. Al mismo tiempo y a pocos metros, la Fundación Pasitos – Escuela infantil Suizo -Española, que también se adhirió a la propuesta, se replicó la misma capacitación para varios niños que, entre juegos, películas y reflexiones se adentraban en el mundo de la empatía, los valores familiares y el cuidado de los demás.
Los resultados no se hicieron esperar y gracias a la flexibilidad propia de un proyecto de acción – participación, poco a poco los temas compartidos en las sesiones de formación fueron exigiendo una definición de actividades cada vez más enfocadas en las necesidades particulares de la comunidad hispano hablante en Suiza. En consecuencia, se trabajó en la elaboración de un cuestionario sobre los múltiples duelos migratorios con el fin de detectar las áreas vulnerables a nivel psico emocional.
Cuestionarios que hasta la fecha han sido aplicados a más de 160 personas del cantón Zürich gracias a la colaboración tanto de los asistentes de las capacitaciones como de muchas personas que, a la finalización de las misas del domingo nos ayudaron a recabar información relevante como primer insumo para detectar la necesidad de crear un sistema preventivo coordinado y desde una mirada integral que abarque migración, acogida, sensibilización y formación.
Con base en este fundamento y como un eslabón dentro de la cadena de apoyo que tanto la Misión como otras organizaciones ofrecen en Suiza, hemos finalizado esta primera etapa, diseñando un Programa de Acompañamiento Familiar en las instalaciones de la MCLE y cuyo objetivo es actuar como un espacio de prevención, encuentro, información y capacitación. Gracias al apoyo del Diakoniefonds esperamos garantizar la continuidad de este sistema preventivo por medio de un fondo de reciprocidad económico subsidiado.
Sin duda, la huella de la partida de Adrián nos ha dejado una enorme lección. Si bien no pudimos evitar su partida prematura, él, sin saberlo, nos ha inspirado para trabajar juntos. Adrián nos ha recordado que detrás de las estadísticas de suicidios hay una tarea urgente e impostergable que nos involucra a todos. Estamos convencidos que, sólo tejiendo una red de afecto y compasión, seremos capaces de emprender un nuevo tejido comunitario en el que prime la solidaridad y el cuidado recíproco.